Ouspensky, es uno de los principales exponentes del llamado Cuarto Camino o El Trabajo sistema de desarrollo interior que Gurdjieff trajo a Occidente.
Entre las obras más leídas de Ouspensky se encuentran El Cuarto Camino, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida o La Consciencia.
Este autor nos abre un extenso y sugestivo campo para el conocimiento de nosotros mismos y de nuestra personalidad imaginaria y para, en consecuencia, poder acceder a la personalidad o Yo real.
Según el Cuarto Camino, mientras estemos en manos de nuestra personalidad imaginaria no sólo somos estériles a la sociedad y a cualquier tipo de institución en la que militemos sino que somos el peor enemigo de nosotros mismos y podemos hacer mucho daño inútil a los demás.
En estos tiempos donde unos países se ponen en guerras con otros simplemente por la soberbia y el afán de dominio como son el caso de Estados Unidos con su imperialismo, el nuevo Irán desafiante, Corea del Norte, etc., conviene que estas verdades sean conocidas y puestas en práctica.
Porque el hombre no es completamente consciente de sí mismo, tampoco es consciente de los muchos deseos contradictorios, creencias, emociones y prejuicios que le llevan desde un instante al siguiente; no tiene `centro de gravedad´, y careciendo de él es incapaz de mantener una meta fija durante un período de tiempo.
Aunque puede creer que él esta determinando la dirección de su propia vida, en realidad un hombre es zarandeado de un deseo a otro por una variedad de influencias exteriores. El hombre puede superar este estado sólo si se vuelve consciente de sus múltiples yoes y en la búsqueda del desarrollo de su verdadero yo detiene la expresión de emociones negativas, identificaciones, mentiras y demás elementos de la `falsa personalidad´.
El hombre, dice Ouspensky, no tiene voluntad, sino sólo obstinación (`el deseo de tener nuestro propio camino´) y terquedad (`el deseo de hacer algo simplemente porque no deberiamos´). Ambos se desarrollan a partir de los momentáneos deseos pasajeros de los muchos `yoes´ o sí mismos de los que consta el hombre. La verdadera voluntad está presente únicamente en el hombre consciente, y es una meta que se consigue mediante el sistema; ganamos voluntad con el ejercicio del trabajo mediante el sistema, en el contexto de una escuela.
La obstinación y la terquedad son particularmente difíciles de erradicar porque forman parte de nuestra ilusión de que somos ya conscientes y capaces de `hacer´, es decir de llevar a cabo algo por una genuina intención más bien que como una respuesta refleja, mecánica a influencias exteriores.
Las `emociones negativas´ son de violencia o depresión. Ouspensky afirmó que dichas emociones eran inútiles y destructivas, y que a pesar de nuestras protestas de lo contrario surgen no a causa de provocaciones externas, sino desde dentro de nosotros. Sin embargo, las emociones negativas eran artificiales (originándose en la identificación `nuestra incapacidad de separarnos a nosotros mismos de los objetos, la gente o las emociones que nos rodean´), y de ahí que puedan ser destruidas una vez que nos volvemos conscientes de ellas e intentamos suprimirlas por medio del auto recuerdo. El primer paso para eliminar las emociones negativas es limitar su expresión; cuando esto sucede entonces será posible acceder a la raíz de las mismas emociones negativas."
Entre las obras más leídas de Ouspensky se encuentran El Cuarto Camino, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida o La Consciencia.
Este autor nos abre un extenso y sugestivo campo para el conocimiento de nosotros mismos y de nuestra personalidad imaginaria y para, en consecuencia, poder acceder a la personalidad o Yo real.
Según el Cuarto Camino, mientras estemos en manos de nuestra personalidad imaginaria no sólo somos estériles a la sociedad y a cualquier tipo de institución en la que militemos sino que somos el peor enemigo de nosotros mismos y podemos hacer mucho daño inútil a los demás.
En estos tiempos donde unos países se ponen en guerras con otros simplemente por la soberbia y el afán de dominio como son el caso de Estados Unidos con su imperialismo, el nuevo Irán desafiante, Corea del Norte, etc., conviene que estas verdades sean conocidas y puestas en práctica.
Porque el hombre no es completamente consciente de sí mismo, tampoco es consciente de los muchos deseos contradictorios, creencias, emociones y prejuicios que le llevan desde un instante al siguiente; no tiene `centro de gravedad´, y careciendo de él es incapaz de mantener una meta fija durante un período de tiempo.
Aunque puede creer que él esta determinando la dirección de su propia vida, en realidad un hombre es zarandeado de un deseo a otro por una variedad de influencias exteriores. El hombre puede superar este estado sólo si se vuelve consciente de sus múltiples yoes y en la búsqueda del desarrollo de su verdadero yo detiene la expresión de emociones negativas, identificaciones, mentiras y demás elementos de la `falsa personalidad´.
El hombre, dice Ouspensky, no tiene voluntad, sino sólo obstinación (`el deseo de tener nuestro propio camino´) y terquedad (`el deseo de hacer algo simplemente porque no deberiamos´). Ambos se desarrollan a partir de los momentáneos deseos pasajeros de los muchos `yoes´ o sí mismos de los que consta el hombre. La verdadera voluntad está presente únicamente en el hombre consciente, y es una meta que se consigue mediante el sistema; ganamos voluntad con el ejercicio del trabajo mediante el sistema, en el contexto de una escuela.
La obstinación y la terquedad son particularmente difíciles de erradicar porque forman parte de nuestra ilusión de que somos ya conscientes y capaces de `hacer´, es decir de llevar a cabo algo por una genuina intención más bien que como una respuesta refleja, mecánica a influencias exteriores.
Las `emociones negativas´ son de violencia o depresión. Ouspensky afirmó que dichas emociones eran inútiles y destructivas, y que a pesar de nuestras protestas de lo contrario surgen no a causa de provocaciones externas, sino desde dentro de nosotros. Sin embargo, las emociones negativas eran artificiales (originándose en la identificación `nuestra incapacidad de separarnos a nosotros mismos de los objetos, la gente o las emociones que nos rodean´), y de ahí que puedan ser destruidas una vez que nos volvemos conscientes de ellas e intentamos suprimirlas por medio del auto recuerdo. El primer paso para eliminar las emociones negativas es limitar su expresión; cuando esto sucede entonces será posible acceder a la raíz de las mismas emociones negativas."
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