sábado, 14 de octubre de 2006

¿De qué trata el Mito de la Caverna?

¿De qué trata en realidad el Mito de la Caverna? ¿Qué pretendía decir Platón en el Libro VII de su obra República?

1. “Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagínate a unos hombres encerrados en una especie de caverna subterránea, cuya entrada abierta a la luz se extiende en toda su longitud. Allí, desde su infancia, los hombres están encadenados por el cuello y por las piernas, inmovilizados, sólo pueden ver los objetos que tienen delante, pues las cadenas les impiden volver la cabeza. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, hay un fuego cuyo resplandor los alumbra, y entre ese fuego y los cautivos se extiende un camino escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una tapia semejante al biombo que los titiriteros alzan entre ellos y los espectadores, por encima del cual exhiben sus fantoches. Figúrate además, a lo largo de la tapia, unos hombres que portan objetos de toda clase y que se elevan por encima de ella, objetos que representan en piedra o madera figuras de hombres y animales y de mil formas diferentes. Y como es natural, entre los que los llevan algunos conversan, otros pasan sin decir palabra.

2. ¡Extraño cuadro! –exclamó.

3. Muy semejantes a nosotros. Y ante todo, ¿crees tu que en esa situación puedan ver, de sí mismos y de los que a su lado caminan, alguna otra cosa fuera de las sombras que se proyectan, al resplandor del fuego, sobre el fondo de la caverna expuesto a sus miradas?. "

¿Quienes son?

No han visto nunca otra cosa, se afirma.

Hay unos porteadores tras ellos que llevan figurillas que quedan reflejadas a la luz del fuego de la caverna en la pared. Ellos creen que es la realidad.

¿Quienes son estos porteadores? ¿Qué realidad conocen los que están encadenados y sólo miran a las sombras de las figurillas en la pared?

¿Qué es este fuego?

En verdad la caverna es la propia vida corriente en nuestra sociedad cuando no es vista críticamente; cuando no es contemplada desde la clara conciencia de los mecanismos políticos, económicos, sociales, religiosos, etc. que pretenden utilizar al hombre cuando estos mecanismos son manejados por poderes que quieren perpetuarse a sí mismos.

Los porteadores que muestran figurillas o títeres a la luz de un fuego... ¿No podrían compararse con las diversas cadenas de televisión y sus directores presentadores al servicio de los poderes del consumo y/o políticos del grupo al cual pertenecen?

Esas voces que rebotan en la pared de la caverna y que oyen los encadenados (encadenados por su propia ignorancia y falta de aspiraciones de auténtico saber) ¿Acaso no son las opiniones que los medios de comunicación de masas nos dan prefabricadas evitándonos e impidiéndonos pensar?

De todos modos siempre podemos volvernos... mirar de frente a la luz... caminar hacia fuera de la caverna... Pero… ¡Es difícil pensar por sí mismos! "¡Sapere aude!", ¡Atrévete a saber! exclama Kant en su opúsculo ¿Qué es la Ilustración?

Los niveles de interpretación del Mito de la Caverna son varios y de distinta profundidad.

Existen diferentes planos de realidad y lo que aparece como realidad material (mundo sensible en Platón), aparte de ser mucho más equívoco de lo que nos quieren hacer creer nuestros sentidos mediados por la cultura, los intereses, las motivaciones, etc. O como nos hacen percibir los órganos limitados de las sensaciones. O como nos configura la cultura en un momento histórico determinado y la interpretación científica que se hace del mundo en ese momento, que será revisada y cambiada con toda seguridad, pues si no la ciencia no avanzaría. Aparte de toda esta equivocidad de nuestra percepción de la realidad, digo, lo que tomamos por causas de los fenómenos es sólo una reducción unilateral a causas físicas (bueno, sólo una pequeña porción de ellas: las que ahora conoce la ciencia). Nos estamos olvidando de las causas más profundas que, cuando se producen (y hay muchos testimonios de fenómenos sin explicación) se atribuyen a milagro, etc. o simplemente se niegan.

De todos modos me referí a la interpretación socio-cultural del mito de la Caverna, porque la ignorancia de estos factores espirituales, de la brevedad de la vida y de la trascendencia que nos espera luego, nos hacen tener tendencia al egoísmo y a la violencia entre otros clarísimos defectos y faltas de auto-control y consciencia de uno mismo y de los demás.

El conocimiento de todo lo que digo (que el mundo material no es la única realidad y que nuestro espíritu encierra facultades y experiencias inexpresables) te hacen reconsiderar las cosas y no identificarte acrítica y emocionalmente con ellas y no ser egoísta y mirar las razones de los demás. Todo esto no excluye el defender armoniosamente tanto los propios legítimos intereses como la propia vida e integridad pero con la menor violencia posibles.

El que de todo esto es consciente ve claramente cómo la gente se identifica con posiciones, que por mucho que las racionalicen, son unilaterales y pasionales y bajo las cuales laten intereses de clase o experiencias particulares e individuales o adscripciones a priori a corrientes ideológicas y/o políticas que no están dispuestos a reconsiderar y que sirven como presupuestos no analizados que les determinan en sus posturas preconcebidas las cuales luego defienden con pasión y rozando el no-respeto por las posiciones ajenas.


¡Qué distinta la iluminación de la idea del Bien a la cual Platón se refiere! ¡Cuánto estudio y meditación, aparte de ciencia, no ha de recorrer el sabio que llegue a alcanzarla!

No, no nos hablan en estas grandes concepciones filosóficas de cosas trasnochadas o del pasado. Nos hablan de sabiduría o de ignorancia revestida con conocimientos "cientícos-técnicos" empleados para defender la propia posición unilateral.

Nos hablan de sabiduría es decir, como plantea Savater en "Las preguntas de la vida" de un saber que emplea los conocimientos derivados de la experiencia y de la ciencia y los relaciona con opciones vitales éticas y justas.

Y nos hablan de algo más, de la trascendencia, que Platón conocía en profundidad, y que no era tan diferente de la perseguida por toda religión auténtica: la paz, la verdad, la felicidad suprema, la unión con la divinidad en suma.

Ante esto sobran todas las pasiones, todos los sofocos, todos los egoísmos y falta la razón lúcida y el auténtico sentimiento de fraternidad universal.

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