lunes, 26 de octubre de 2009

La Cuestión de la Consciencia




La cuestión de la consciencia es un tema muy poco comprendido por nuestra psicología académica. Esta es una afirmación que las satisfechas mentes de los hombres cultos de hoy dificilmente van a admitir. Sin embargo, bastaría un poco de comprensión de los estados de consciencia superiores por haberlos experimentado para que todo el edificio teórico se les viniese abajo en este sentido. Otra cosa es reconocer los beneficios que la psicología más bien mecánica que poseemos nos presta a fin de salir de ciertas llamadas enfermedades mentales o desequilibrios del ser humano aunque lo consigue en un porcentaje de casos no muy significativo por desgracia.

Siendo esto así no voy a gastar ningún esfuerzo en tratar de convencer a nadie. Sólo mediante la práctica de El Trabajo en el Cuarto Camino o mediante cualquier otro camino que, después de un esfuerzo intenso siguiendo el hilo de una Enseñanza de Sabiduría, nos lleve a experimentar estos estados conscientes, nos convenceriamos de ellos mediante la vivencia de la existencia de dichos estados. Otro modo sería por convencimiento intelectual después de que el buscador sincero estudia y sopesa el Camino de la Sabiduría y está convencido de la existencia de estos estados aùn sin haberlos experimetado todavía.

De todas formas, la constatación de la enorme cantidad de momentos al día en los que no somos conscientes de nosotros mismos sino que nos movemos impulsados por algún acontecimiento del mundo externo, que provoca automáticamente en nosotros un pensamiento o emoción y éste nos introduce en una cadena de pensamientos, sentimientos, palabras o acciones automáticas en las cuales no somos conscientes del propio ser y no sopesamos bien lo que estamos pensando, sintiendo, diciendo o haciendo, nos convencería de la verdad de que caemos en el estado de "sueño" o estado de vigilia común la mayor parte del dia. Lo mejor será leer pausadamente el texto que reproduzco y meditarlo mediante ejemplos de nuestra propia experiencia cotidiana.

«En una de las reuniones siguientes, G. volvió a la cuestión de la conciencia.

—No se pueden comprender ni las funciones psíquicas ni las físicas, dijo, salvo que se haya captado el hecho de que ambas pueden trabajar en estados diferentes de conciencia.

"Hay cuatro estados de conciencia posibles para el hombre (recalcó la palabra "hombre"). Pero el hombre ordinario, o sea el hombre número 1, 2 ó 3, vive solamente en los dos estados más bajos de conciencia. Los dos estados de conciencia superiores le son inaccesibles y aunque pueda tener chispazos de estos estados, es incapaz de comprenderlos y los juzga desde el punto de vista de estos dos estados de conciencia inferiores que le son habituales.

"El primero, el sueño, es el estado pasivo en el cual los hombres pasan un tercio y a menudo hasta la mitad de su vida. Y el segundo, el estado en que los hombres pasan la otra mitad de su vida es en el cual caminan por las calles, escriben libros, conversan de asuntos sublimes, participan en la política, se matan los unos a los otros; es un estado que ellos consideran como activo y que llaman de «conciencia lúcida» o «estado de vigilia». Las expresiones «conciencia lúcida» o «estado de vigilia» parecen haber sido escogidas en broma, sobre todo si uno se da cuenta de lo que debe ser una «conciencia lúcida» y de lo que es en realidad el estado en que el hombre vive y actúa.

"El tercer estado de conciencia es el recuerdo de sí, o conciencia de sí, o conciencia de su propio ser. Es habitualmente admitido que tenemos este estado de conciencia o que podemos tenerlo a voluntad. Nuestra ciencia y nuestra filosofía han pasado por alto el hecho de que no poseemos este estado de conciencia y que por sí solo, nuestro deseo es incapaz de crearlo en nosotros mismos, sin importar cuan clara sea nuestra decisión.

"El cuarto estado de conciencia es la conciencia objetiva. En este estado un hombre puede ver las cosas tal como son. Algunas veces en sus estados inferiores de conciencia puede tener chispazos de esta conciencia superior. Las religiones de todos los pueblos contienen testimonios de la posibilidad de un tal estado de conciencia que califican como «iluminación» o por otros varios nombres, y lo definen como indescriptible. Pero el único camino justo hacia la conciencia objetiva es a través del desarrollo de la conciencia de sí. Si a un hombre ordinario se le lleva artificialmente a un estado de conciencia objetiva y se le vuelve luego a su estado habitual, no recordará nada y pensará simplemente que por un lapso de tiempo había perdido el conocimiento. Pero en el estado de conciencia de sí un hombre puede tener chispazos de conciencia objetiva y recordarlos.

"El cuarto estado de conciencia representa un estado totalmente diferente del anterior; es el resultado de un crecimiento interior y de un largo y difícil trabajo sobre sí.

"Sin embargo, el tercer estado de conciencia constituye el derecho natural del hombre tal cual es, y si el hombre no lo posee, es únicamente porque sus condiciones de vida son anormales. Puede decirse, sin exagerar nada, que en la época actual, el tercer estado de conciencia no aparece en el hombre sino sólo por chispazos muy breves y muy raros, y que este estado no puede convertirse en algo más o menos permanente sino por medio de un entrenamiento especial.

"Para la gran mayoría de las personas, aun las cultas e intelectuales, el principal obstáculo en el camino para adquirir conciencia de sí es que creen que ya la poseen; en otras palabras, están totalmente convencidas de tener ya conciencia de sí mismas y de poseer todo lo que acompaña a este estado: individualidad en el sentido de un «Yo» permanente e inmutable, voluntad, capacidad para hacer, y así sucesivamente. Por tanto, es evidente que un hombre no se interesará por adquirir, a través de un trabajo largo y difícil, algo que en su opinión ya posee. Por el contrario, si se lo dice, pensará que usted está loco o que intenta explotar su credulidad para un provecho personal.

"Los dos estados superiores de conciencia — «la conciencia de sí» y «la conciencia objetiva» — están ligados al funcionamiento de los centros superiores del hombre.

"Además de aquellos centros de los cuales hemos hablado, hay en el hombre otros dos centros, el «centro emocional superior» y el «centro intelectual superior». Estos centros están en nosotros; están plenamente desarrollados y trabajan todo el tiempo, pero su trabajo nunca llega a nuestra conciencia ordinaria. La razón debe buscarse en las propiedades especiales de nuestra pretendida «conciencia lúcida».»

P. D. Ouspensky, Fragmentos de una Enseñanza desconocida, RCR Ediciones, Madrid, primera edición en castellano, 1995, Capítulo VIII, pp. 155 y 156.

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