El Trabajo se divide en estudio del mundo que se refiere a la parte cosmológica y estudio del hombre que es la parte psicológica. Ambas se realizan sobre la base de un lenguaje especial. Gurdjieff hablaba con frecuencia y enseñaba al círculo de sus discípulos más adelantados un lenguaje especial con referencias objetivas hacia los objetos de estudio del Trabajo. Sin embargo este lenguaje se construye con palabras de uso corriente solamente que adquieren en el Trabajo un significado especializado y preciso al objeto de la comunicación entre los seguidores del Trabajo y del trabajo en grupo.
El estudio del mundo, o del universo, se basa en el estudio de algunas leyes fundamentales que, sin embargo, en la ciencia oficial no son reconocidas como tales. De estas leyes las más importantes son dos: la llamada Ley de los Tres y la Ley de los Siete.
Respecto al estudio del hombre es necesario tener en cuenta, antes de empezar, el concepto de evolución. Pero, nuevamente, el concepto de evolución científico tiene un sentido distinto de este concepto usado en el Trabajo.
Respecto al estudio del hombre es necesario tener en cuenta, antes de empezar, el concepto de evolución. Pero, nuevamente, el concepto de evolución científico tiene un sentido distinto de este concepto usado en el Trabajo.
Afirma Ouspensky:
“Por lo común, la palabra evolución aplicase al hombre o a algo más que presuponga una especie de evolución mecánica; quiero decir que ciertas cosas, por ciertas leyes conocidas o desconocidas, se transforman en otras cosas, y estas otras cosas se transforman aún en otras cosas, y así sucesivamente. Pero desde el punto de vista de este sistema, tal evolución no existe: no hablo en general, sino específicamente del hombre. La evolución del hombre, si ocurre, sólo puede ser el resultado del conocimiento y del esfuerzo; mientras el hombre sólo conozca lo que puede conocer del modo corriente, para él no hay evolución ni la hubo jamás.” (Ouspensky, El Cuarto Camino.).
Es decir, la evolución consciente del hombre no tiene que ver con la evolución mecánica enunciada por las leyes del evolucionismo científico. Sin embargo, el Trabajo ha de comenzar por el estudio de uno mismo, es decir, por la parte psicológica. Esto tiene su razón de ser en que somos el objeto más próximo de estudio que poseemos. Por otra parte, por ejemplo, para el estudio de la Ley de Tres, es decir, que todo fenómeno en el Universo es el fruto de la confluencia de tres fuerzas, (no de una ni de dos como tendemos a creer dentro de la propia ciencia y en el saber común de la calle) que son, a saber, la Fuerza Activa, la Fuerza Pasiva y la Fuerza Neutralizante.
Hemos de comenzar por observar nuestros deseos (Fuerza Activa), las dificultades que comienzan en cuanto tenemos un deseo u objetivo (Fuerza Pasiva) y aquella fuerza extra que hemos de poner en juego si queremos superar la Fuerza Pasiva y cumplir nuestro objetivo o deseo (Fuerza Neutralizante). Una vez comprendidas las tres fuerzas dentro de nuestro propio universo personal o psicológico podremos encontrar ejemplos dentro del mundo natural y social.
El estudio del hombre no puede hacerse, por otro lado, sin método.
De entrada en nosotros sólo existe un inmenso barullo de pequeños intereses y deseos, de pasiones; un conjunto de conocimientos intelectuales-teóricos que forman parte de la Influencias A, es decir, que provienen de la vida. Estas influencias A, ya sabemos que sólo alimentan a la Personalidad y sabemos también que mientras la personalidad no se vuelva una fuerza Pasiva no puede crecer de nuevo la Esencia, cosa que es necesaria para llegar al Recuerdo de Sí o Tercer Estado de Consciencia, como paso previo a la Conciencia Objetiva o Cuarto Estado de Consciencia (Ver los cuatro posibles estados de consciencia en que el trabajo divide al hombre).
“Por lo común, la palabra evolución aplicase al hombre o a algo más que presuponga una especie de evolución mecánica; quiero decir que ciertas cosas, por ciertas leyes conocidas o desconocidas, se transforman en otras cosas, y estas otras cosas se transforman aún en otras cosas, y así sucesivamente. Pero desde el punto de vista de este sistema, tal evolución no existe: no hablo en general, sino específicamente del hombre. La evolución del hombre, si ocurre, sólo puede ser el resultado del conocimiento y del esfuerzo; mientras el hombre sólo conozca lo que puede conocer del modo corriente, para él no hay evolución ni la hubo jamás.” (Ouspensky, El Cuarto Camino.).
Es decir, la evolución consciente del hombre no tiene que ver con la evolución mecánica enunciada por las leyes del evolucionismo científico. Sin embargo, el Trabajo ha de comenzar por el estudio de uno mismo, es decir, por la parte psicológica. Esto tiene su razón de ser en que somos el objeto más próximo de estudio que poseemos. Por otra parte, por ejemplo, para el estudio de la Ley de Tres, es decir, que todo fenómeno en el Universo es el fruto de la confluencia de tres fuerzas, (no de una ni de dos como tendemos a creer dentro de la propia ciencia y en el saber común de la calle) que son, a saber, la Fuerza Activa, la Fuerza Pasiva y la Fuerza Neutralizante.
Hemos de comenzar por observar nuestros deseos (Fuerza Activa), las dificultades que comienzan en cuanto tenemos un deseo u objetivo (Fuerza Pasiva) y aquella fuerza extra que hemos de poner en juego si queremos superar la Fuerza Pasiva y cumplir nuestro objetivo o deseo (Fuerza Neutralizante). Una vez comprendidas las tres fuerzas dentro de nuestro propio universo personal o psicológico podremos encontrar ejemplos dentro del mundo natural y social.
El estudio del hombre no puede hacerse, por otro lado, sin método.
De entrada en nosotros sólo existe un inmenso barullo de pequeños intereses y deseos, de pasiones; un conjunto de conocimientos intelectuales-teóricos que forman parte de la Influencias A, es decir, que provienen de la vida. Estas influencias A, ya sabemos que sólo alimentan a la Personalidad y sabemos también que mientras la personalidad no se vuelva una fuerza Pasiva no puede crecer de nuevo la Esencia, cosa que es necesaria para llegar al Recuerdo de Sí o Tercer Estado de Consciencia, como paso previo a la Conciencia Objetiva o Cuarto Estado de Consciencia (Ver los cuatro posibles estados de consciencia en que el trabajo divide al hombre).
Afirma a este respecto Ouspensky:
“poseemos muchas ideas equivocadas acerca de nosotros. De modo que comprendí que debemos librarnos de las ideas equivocadas acerca de nosotros y al mismo tiempo encontrar los métodos para estudiarnos. […] Ustedes tienen que aprender ciertos métodos y principios y, de acuerdo con estos principios y usando estos métodos, tratarán de verse desde un nuevo punto de vista.
Si empezamos a estudiarnos, con lo primero que tropezamos es con una palabra que usamos más que cualquier otra, y esta palabra es "yo". Decimos "yo hago", "yo estoy sentado", "yo siento", "yo gusto", "yo no gusto", etc. Esta es nuestra principal ilusión, pues el principal error que cometemos acerca de nosotros mismos es considerarnos uno solo; siempre hablamos de nosotros como "yo", y suponemos que nos referimos a la misma cosa todo el tiempo, cuando en realidad estamos divididos en centenares de "yoes" diferentes.” (Ouspensky, obra citada.).
En efecto, aquí tropezamos con el conocimiento psicológico del Trabajo, el cual afirma que el estado de sueño del hombre es debido, en uno de sus aspectos, a la no unidad del propio hombre en su consciencia. El hombre no es uno sino muchos. No tenemos un único yo en nuestro estado actual en el sentido en que nos gobiernan diferentes instancias interiores. Un sólo yo equivaldría a haber llegado al Cuarto Estado de Consciencia o Conciencia Objetiva y a haber realizado el Yo Real en nosotros. Estamos muy lejos de eso. La situación real es que en un momento queremos o decidimos una cosa y en el siguiente cambiamos de idea o nuestra voluntad no es capaz de realizar lo que nos propusimos.
En un momento divisamos una parte agradable de la personalidad de una persona conocida según el yo en que nos encontramos y en el siguiente la encontramos antipática porque al estar nosotros en otro estado mental y emocional, vemos la parte de esa persona que nos resulta desagradable y no aquella que aceptamos. No somos uno sino muchos.
Sigue diciendo Ouspensky:
"En un momento en que digo "yo", habla una parte de mí, y en otro momento en que digo "yo", habla otro "yo" muy distinto. No sabemos que no tenemos un solo "yo", sino muchos "yoes" diferentes, conectados con nuestros sentimientos y deseos, y que no tenemos un "yo" controlador. Estos "yoes" cambian todo el tiempo; uno suprime al otro; uno reemplaza al otro; y toda esta lucha compone nuestra vida interior.
Los "yoes" que vemos en nosotros se dividen en varios grupos. Algunos de estos grupos son legítimos, pertenecen a las divisiones correctas del hombre, y algunos de ellos son absolutamente artificiales y creados por el conocimiento insuficiente y por ciertas ideas imaginarias que el hombre tiene acerca de sí mismo.” (Ouspensky, obra citada).
En cuanto al método para comenzar a estudiarse, éste comienza por la observación neutra e imparcial de sí mismo. A su vez, para realizar esta observación se necesitan dos cosas: primero, saber qué debemos observar; segundo dónde debemos observarlo y en qué condiciones, es decir, dentro de las funciones intelectuales, dentro de las emocionales o dentro de las instintivo-motoras.
“Para empezar a estudiarse es necesario estudiar los métodos de observación de sí, pero eso, a su vez, debe basarse en cierta comprensión de las divisiones de nuestras funciones. Nuestra idea corriente de estas divisiones es muy equivocada. Conocemos la diferencia entre las funciones intelectuales y emocionales. Por ejemplo, cuando discutimos cosas, pensamos sobre ellas, las comparamos, inventamos explicaciones o hallamos explicaciones reales, todo esto es trabajo intelectual; mientras que el amor, el odio, el recelo, etc., son emocionales. […]. Pero en el curso del estudio aprenderemos de qué modo aquéllos difieren. Por ejemplo, hay una enorme diferencia en velocidad, pero después hablaremos más sobre ello. Luego, hay otras dos funciones que ningún sistema de psicología ordinaria divide ni entiende del modo correcto: la función instintiva y la función motora. Lo instintivo se refiere al trabajo interior del organismo: la digestión de la comida, el latido del corazón, la respiración: éstas son funciones instintivas. A la función instintiva pertenecen también los sentidos ordinarios: vista, oído, olfato, gusto, tacto, sensación de frío y calor, cosas como eso; y esto es todo, realmente. De los movimientos externos, sólo los reflejos simples pertenecen a la función instintiva, porque los reflejos más complicados pertenecen a la función motora. Es muy fácil distinguir entre las funciones instintivas y motoras. No tenemos que aprender nada que pertenezca a la función instintiva; nacemos con la capacidad de usar todas las funciones instintivas. Por el otro lado, las funciones motoras, han de aprenderse en su totalidad […].” (Ouspensky, obra citada.).
El modo de observarnos es el siguiente:
1) Hay que tener en cuenta la división de estas cuatro funciones.
2) Todo lo observado, es necesario clasificarlo dentro de alguna de ellas, diciéndonos mentalmente si se trata de una función intelectual, emocional, instintiva o motora.
Pero Ouspensky advierte de la dificultad de practicar el Trabajo ya desde el mismo momento de este comienzo por la observación de Sí. Esto se debe, por una parte, a lo que mencionamos anteriormente sobre la división del hombre en muchos yoes, es decir, en ideas, sensaciones, intereses, pensamientos, etc. distintos que se ponen en marcha en contacto con las circunstancias de la vida, con las personas que encontramos, con lo que vemos, leemos, etc. y aún no podemos controlarlos. Por otra parte, a que, como se dijo, estamos aún en el Segundo Estado de Consciencia o conciencia de Vigilia, en el cual, simplemente nos hemos despertado del sueño nocturno y nos hemos levantado, pero nuestra consciencia está conectada, como afirman todos los psicólogos hoy, con los contenidos subconscientes que operaban también en el sueño y que actúan ahora sobre nosotros a las sombra de una conciencia de nosotros mismos, del mundo y de los demás insuficiente, sin que nos demos cuenta. Es por ello que Ouspensky habla de las dificultades de esta labor de observación de Sí que, sin embargo, es absolutamente necesaria en un principio del Camino:
“Si practican esta observación durante algún tiempo, podrán notar algunas cosas extrañas. Por ejemplo, descubrirán que lo realmente difícil de observar es que ustedes se olvidan de ello.
Empiezan observando, y sus emociones se conectan con algún género de pensamiento, y olvidan observarse.
Además, luego de un tiempo, si continúan con este esfuerzo de observar, que es una nueva función no utilizada del mismo modo en la vida corriente, ustedes advertirán otra cosa interesante: que por lo general no se recuerdan. Si pudieran estar conscientes de sí todo el tiempo, entonces podrían observar todo el tiempo, o en cualquier caso, tanto tiempo como gusten. Pero, debido a que no pueden recordarse, no pueden concentrarse; y he aquí por qué tendrán que admitir que no tienen voluntad. Si pudieran recordarse, tendrían voluntad y podrían hacer lo que quisieran. Pero no pueden recordarse, no pueden, ser conscientes de sí, de modo tal que no tienen voluntad. A veces pueden tener voluntad por breve tiempo, pero aquélla se convierte en otra cosa y la olvidan.” (Ouspensky, obra citada.).
Pero ¿Qué es el Tercer estado de Consciencia? Dejemos que el mismo Ouspensky nos lo explique ya que es el primer objetivo al que deben apuntar nuestros esfuerzos. Este estado de consciencia o “Recuerdo de Sí”, en efecto, es previo al Cuarto Estado de Consciencia o “Consciencia Objetiva” en el cual somos conscientes al mismo tiempo de nosotros mismos y de lo que nos rodea, de modo continuo y en un acto simple de nuestra consciencia:
“El tercer estado de consciencia es muy extraño. Si la gente nos explica qué es el tercer estado de consciencia, empezamos a pensar que lo tenemos. El tercer estado puede llamarse consciencia de sí, y la mayoría de la gente, si se le pregunta, dice: "¡Somos ciertamente conscientes!". Requiérese tiempo suficiente o esfuerzos de observación de si, repetidos y frecuentes, antes que realmente reconozcamos el hecho de que no somos conscientes; que somos conscientes sólo potencialmente. Si nos preguntan, decimos: "Si, lo soy", y por ese momento lo somos, pero en el momento siguiente cesamos de recordar y no somos conscientes. De modo que, en el proceso de observación de sí, comprendemos que no estamos en el tercer estado de consciencia, que vivimos sólo en dos. Vivimos en estado de sueño o en estado de vigilia, lo cual, en el sistema, llamase consciencia relativa. El cuarto estado, que se llama consciencia objetiva, es inaccesible para nosotros porque sólo puede alcanzarse a través de la consciencia de sí, es decir, primero convirtiéndose en consciente de uno mismo, de manera que mucho después podemos disponernos a alcanzar el estado objetivo de la consciencia.
De modo que, al mismo tiempo que la observación de si, tratamos de ser conscientes de nosotros reteniendo la sensación de "Yo estoy aquí", nada más. Y este es el hecho que se le escapó, sin la mínima excepción, a toda la psicología occidental. Aunque muchas personas se aproximaron muchísimo a él, no reconocieron la importancia de este hecho y no comprendieron que el estado del hombre, como éste es, puede ser cambiado: que el hombre puede recordarse, si lo intenta durante largo tiempo.” (Ouspensky, obra citada.).
Por otra parte, los autores del Cuarto Camino nos advierten que todo este Trabajo de observación y estudio de Sí y de aplicación a nuestra vida de toda esta enseñanza es cuestión tanto de estudio como de práctica continuada a lo largo de muchos años. Nadie puede esperar adquirir algo de tanto valor como este aumento de la amplitud de consciencia y de felicidad de nuestro auténtico ser, esta unificación de nosotros mismos, este estado de unión con todo y con todos a pesar de todas las dificultades y circunstancias de la vida, a cambio de nada. Se necesita mucho esfuerzo. El camino es largo y difícil, pero vale la pena intentarlo.
Escuchemos finalmente a Ouspensky hablar sobre este aspecto del esfuerzo continuado y no sólo del esfuerzo intelectual:
“Esta no es una cuestión de un día o un mes. Es un estudio muy prolongado, y un estudio de cómo suprimir obstáculos, porque no nos recordamos, no somos conscientes de nosotros, debido a muchas funciones equivocadas de nuestra máquina, y todas estas funciones han de corregirse y ajustarse. Cuando la mayoría de estas funciones es ajustada, estos períodos de recuerdo de sí se tornarán cada vez más largos, y si llegan a ser lo suficientemente largos, adquiriremos las dos nuevas funciones. Con la consciencia de sí, que es el tercer estado de consciencia, adquirimos una función que se llama emocional superior, aunque igualmente es intelectual, porque en este nivel no hay diferencia entre intelectual y emocional tal como existe en el nivel corriente. Y cuando llegamos al estado de consciencia objetiva, adquirimos otra función que se llama mental superior. Los fenómenos de lo que llamo psicología supernomal pertenecen a estas dos funciones; y he aquí porqué, cuando realicé aquellos experimentos hace veinticinco años, llegué a la conclusión de que el trabajo experimental es imposible, porque no es una cuestión de experimentación sino de cambio del propio estado de consciencia.
Acabo de darles algunas ideas generales. Ahora traten de decirme lo que no entienden, lo que desean que les explique mejor. Traten de formular cualquier pregunta que gusten, ya sea en relación con lo que dije o con sus propios problemas. De ese modo será más fácil empezar.” (Ouspensky, obra citada).
“poseemos muchas ideas equivocadas acerca de nosotros. De modo que comprendí que debemos librarnos de las ideas equivocadas acerca de nosotros y al mismo tiempo encontrar los métodos para estudiarnos. […] Ustedes tienen que aprender ciertos métodos y principios y, de acuerdo con estos principios y usando estos métodos, tratarán de verse desde un nuevo punto de vista.
Si empezamos a estudiarnos, con lo primero que tropezamos es con una palabra que usamos más que cualquier otra, y esta palabra es "yo". Decimos "yo hago", "yo estoy sentado", "yo siento", "yo gusto", "yo no gusto", etc. Esta es nuestra principal ilusión, pues el principal error que cometemos acerca de nosotros mismos es considerarnos uno solo; siempre hablamos de nosotros como "yo", y suponemos que nos referimos a la misma cosa todo el tiempo, cuando en realidad estamos divididos en centenares de "yoes" diferentes.” (Ouspensky, obra citada.).
En efecto, aquí tropezamos con el conocimiento psicológico del Trabajo, el cual afirma que el estado de sueño del hombre es debido, en uno de sus aspectos, a la no unidad del propio hombre en su consciencia. El hombre no es uno sino muchos. No tenemos un único yo en nuestro estado actual en el sentido en que nos gobiernan diferentes instancias interiores. Un sólo yo equivaldría a haber llegado al Cuarto Estado de Consciencia o Conciencia Objetiva y a haber realizado el Yo Real en nosotros. Estamos muy lejos de eso. La situación real es que en un momento queremos o decidimos una cosa y en el siguiente cambiamos de idea o nuestra voluntad no es capaz de realizar lo que nos propusimos.
En un momento divisamos una parte agradable de la personalidad de una persona conocida según el yo en que nos encontramos y en el siguiente la encontramos antipática porque al estar nosotros en otro estado mental y emocional, vemos la parte de esa persona que nos resulta desagradable y no aquella que aceptamos. No somos uno sino muchos.
Sigue diciendo Ouspensky:
"En un momento en que digo "yo", habla una parte de mí, y en otro momento en que digo "yo", habla otro "yo" muy distinto. No sabemos que no tenemos un solo "yo", sino muchos "yoes" diferentes, conectados con nuestros sentimientos y deseos, y que no tenemos un "yo" controlador. Estos "yoes" cambian todo el tiempo; uno suprime al otro; uno reemplaza al otro; y toda esta lucha compone nuestra vida interior.
Los "yoes" que vemos en nosotros se dividen en varios grupos. Algunos de estos grupos son legítimos, pertenecen a las divisiones correctas del hombre, y algunos de ellos son absolutamente artificiales y creados por el conocimiento insuficiente y por ciertas ideas imaginarias que el hombre tiene acerca de sí mismo.” (Ouspensky, obra citada).
En cuanto al método para comenzar a estudiarse, éste comienza por la observación neutra e imparcial de sí mismo. A su vez, para realizar esta observación se necesitan dos cosas: primero, saber qué debemos observar; segundo dónde debemos observarlo y en qué condiciones, es decir, dentro de las funciones intelectuales, dentro de las emocionales o dentro de las instintivo-motoras.
“Para empezar a estudiarse es necesario estudiar los métodos de observación de sí, pero eso, a su vez, debe basarse en cierta comprensión de las divisiones de nuestras funciones. Nuestra idea corriente de estas divisiones es muy equivocada. Conocemos la diferencia entre las funciones intelectuales y emocionales. Por ejemplo, cuando discutimos cosas, pensamos sobre ellas, las comparamos, inventamos explicaciones o hallamos explicaciones reales, todo esto es trabajo intelectual; mientras que el amor, el odio, el recelo, etc., son emocionales. […]. Pero en el curso del estudio aprenderemos de qué modo aquéllos difieren. Por ejemplo, hay una enorme diferencia en velocidad, pero después hablaremos más sobre ello. Luego, hay otras dos funciones que ningún sistema de psicología ordinaria divide ni entiende del modo correcto: la función instintiva y la función motora. Lo instintivo se refiere al trabajo interior del organismo: la digestión de la comida, el latido del corazón, la respiración: éstas son funciones instintivas. A la función instintiva pertenecen también los sentidos ordinarios: vista, oído, olfato, gusto, tacto, sensación de frío y calor, cosas como eso; y esto es todo, realmente. De los movimientos externos, sólo los reflejos simples pertenecen a la función instintiva, porque los reflejos más complicados pertenecen a la función motora. Es muy fácil distinguir entre las funciones instintivas y motoras. No tenemos que aprender nada que pertenezca a la función instintiva; nacemos con la capacidad de usar todas las funciones instintivas. Por el otro lado, las funciones motoras, han de aprenderse en su totalidad […].” (Ouspensky, obra citada.).
El modo de observarnos es el siguiente:
1) Hay que tener en cuenta la división de estas cuatro funciones.
2) Todo lo observado, es necesario clasificarlo dentro de alguna de ellas, diciéndonos mentalmente si se trata de una función intelectual, emocional, instintiva o motora.
Pero Ouspensky advierte de la dificultad de practicar el Trabajo ya desde el mismo momento de este comienzo por la observación de Sí. Esto se debe, por una parte, a lo que mencionamos anteriormente sobre la división del hombre en muchos yoes, es decir, en ideas, sensaciones, intereses, pensamientos, etc. distintos que se ponen en marcha en contacto con las circunstancias de la vida, con las personas que encontramos, con lo que vemos, leemos, etc. y aún no podemos controlarlos. Por otra parte, a que, como se dijo, estamos aún en el Segundo Estado de Consciencia o conciencia de Vigilia, en el cual, simplemente nos hemos despertado del sueño nocturno y nos hemos levantado, pero nuestra consciencia está conectada, como afirman todos los psicólogos hoy, con los contenidos subconscientes que operaban también en el sueño y que actúan ahora sobre nosotros a las sombra de una conciencia de nosotros mismos, del mundo y de los demás insuficiente, sin que nos demos cuenta. Es por ello que Ouspensky habla de las dificultades de esta labor de observación de Sí que, sin embargo, es absolutamente necesaria en un principio del Camino:
“Si practican esta observación durante algún tiempo, podrán notar algunas cosas extrañas. Por ejemplo, descubrirán que lo realmente difícil de observar es que ustedes se olvidan de ello.
Empiezan observando, y sus emociones se conectan con algún género de pensamiento, y olvidan observarse.
Además, luego de un tiempo, si continúan con este esfuerzo de observar, que es una nueva función no utilizada del mismo modo en la vida corriente, ustedes advertirán otra cosa interesante: que por lo general no se recuerdan. Si pudieran estar conscientes de sí todo el tiempo, entonces podrían observar todo el tiempo, o en cualquier caso, tanto tiempo como gusten. Pero, debido a que no pueden recordarse, no pueden concentrarse; y he aquí por qué tendrán que admitir que no tienen voluntad. Si pudieran recordarse, tendrían voluntad y podrían hacer lo que quisieran. Pero no pueden recordarse, no pueden, ser conscientes de sí, de modo tal que no tienen voluntad. A veces pueden tener voluntad por breve tiempo, pero aquélla se convierte en otra cosa y la olvidan.” (Ouspensky, obra citada.).
Pero ¿Qué es el Tercer estado de Consciencia? Dejemos que el mismo Ouspensky nos lo explique ya que es el primer objetivo al que deben apuntar nuestros esfuerzos. Este estado de consciencia o “Recuerdo de Sí”, en efecto, es previo al Cuarto Estado de Consciencia o “Consciencia Objetiva” en el cual somos conscientes al mismo tiempo de nosotros mismos y de lo que nos rodea, de modo continuo y en un acto simple de nuestra consciencia:
“El tercer estado de consciencia es muy extraño. Si la gente nos explica qué es el tercer estado de consciencia, empezamos a pensar que lo tenemos. El tercer estado puede llamarse consciencia de sí, y la mayoría de la gente, si se le pregunta, dice: "¡Somos ciertamente conscientes!". Requiérese tiempo suficiente o esfuerzos de observación de si, repetidos y frecuentes, antes que realmente reconozcamos el hecho de que no somos conscientes; que somos conscientes sólo potencialmente. Si nos preguntan, decimos: "Si, lo soy", y por ese momento lo somos, pero en el momento siguiente cesamos de recordar y no somos conscientes. De modo que, en el proceso de observación de sí, comprendemos que no estamos en el tercer estado de consciencia, que vivimos sólo en dos. Vivimos en estado de sueño o en estado de vigilia, lo cual, en el sistema, llamase consciencia relativa. El cuarto estado, que se llama consciencia objetiva, es inaccesible para nosotros porque sólo puede alcanzarse a través de la consciencia de sí, es decir, primero convirtiéndose en consciente de uno mismo, de manera que mucho después podemos disponernos a alcanzar el estado objetivo de la consciencia.
De modo que, al mismo tiempo que la observación de si, tratamos de ser conscientes de nosotros reteniendo la sensación de "Yo estoy aquí", nada más. Y este es el hecho que se le escapó, sin la mínima excepción, a toda la psicología occidental. Aunque muchas personas se aproximaron muchísimo a él, no reconocieron la importancia de este hecho y no comprendieron que el estado del hombre, como éste es, puede ser cambiado: que el hombre puede recordarse, si lo intenta durante largo tiempo.” (Ouspensky, obra citada.).
Por otra parte, los autores del Cuarto Camino nos advierten que todo este Trabajo de observación y estudio de Sí y de aplicación a nuestra vida de toda esta enseñanza es cuestión tanto de estudio como de práctica continuada a lo largo de muchos años. Nadie puede esperar adquirir algo de tanto valor como este aumento de la amplitud de consciencia y de felicidad de nuestro auténtico ser, esta unificación de nosotros mismos, este estado de unión con todo y con todos a pesar de todas las dificultades y circunstancias de la vida, a cambio de nada. Se necesita mucho esfuerzo. El camino es largo y difícil, pero vale la pena intentarlo.
Escuchemos finalmente a Ouspensky hablar sobre este aspecto del esfuerzo continuado y no sólo del esfuerzo intelectual:
“Esta no es una cuestión de un día o un mes. Es un estudio muy prolongado, y un estudio de cómo suprimir obstáculos, porque no nos recordamos, no somos conscientes de nosotros, debido a muchas funciones equivocadas de nuestra máquina, y todas estas funciones han de corregirse y ajustarse. Cuando la mayoría de estas funciones es ajustada, estos períodos de recuerdo de sí se tornarán cada vez más largos, y si llegan a ser lo suficientemente largos, adquiriremos las dos nuevas funciones. Con la consciencia de sí, que es el tercer estado de consciencia, adquirimos una función que se llama emocional superior, aunque igualmente es intelectual, porque en este nivel no hay diferencia entre intelectual y emocional tal como existe en el nivel corriente. Y cuando llegamos al estado de consciencia objetiva, adquirimos otra función que se llama mental superior. Los fenómenos de lo que llamo psicología supernomal pertenecen a estas dos funciones; y he aquí porqué, cuando realicé aquellos experimentos hace veinticinco años, llegué a la conclusión de que el trabajo experimental es imposible, porque no es una cuestión de experimentación sino de cambio del propio estado de consciencia.
Acabo de darles algunas ideas generales. Ahora traten de decirme lo que no entienden, lo que desean que les explique mejor. Traten de formular cualquier pregunta que gusten, ya sea en relación con lo que dije o con sus propios problemas. De ese modo será más fácil empezar.” (Ouspensky, obra citada).
2 comentarios:
HOLA! Me llamo Karina y solamente quiero felicitarlos por la pagina esta muy completa y toda la informacion que dan es muy interesante y de total agrado para mi... desde hace tiempo perdi de vista al Cuarto Camino exactamente cuando sacaron del aire a Martin Aparicio xque yo escuchaba siempre el programa y tambien c me hace un medio muy importante para dar a conocer todo este conociminto a mas personas, me gustaria que dieran mas informacion de Martin o algun otro locutor que este en la radio, cual es la estacion y si todavia existen.
bueno me alegra saber que hay mucha gente inteligente detras de todo esto.
saludos desde el Edo. de México Atte:Karina
Gracias por tu valoración, Karina. Deconozco el programa de radio a que te refieres. Publico el blog desde Algeciras, España.
Pienso que todo lo que sea tratar de extender el Cuarto Camino es una acción buena.
Un saludo cordial.
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