viernes, 10 de noviembre de 2006

El Cuarto Camino: Luchar contra la identificación.

¿Qué es la identificación como concepto del Trabajo sobre sí? ¿Qué es estar identificado?

A las personas normalmente nos gusta estar identificados. Nos desagrada resistir a la vida; resistir a los sentimientos provocados por las circunstancias de la vida, sean estos buenos, (eufóricos) o malos, (depresivos) o de cualquier otro tipo. A su turno, cuando nos asaltan, nos sentimos plenamente identificados con ellos y somos presa de los mismos.

Sin embargo, si queremos progresar en el desarrollo interior hacia el llamado tercer estado de consciencia o “Recuerdo de Sí”, en la conceptualización del Trabajo, debemos luchar contra el estar identificados.

La clave del fenómeno de la identificación es el lugar interior donde colocamos nuestro sentido del "Yo". Este lugar, suele ser un lugar que se repite en cada uno de nosotros y distinto para cada uno. Se corresponde con la idea, con el sentimiento, o con el valor o valores, con que más nos identificamos cada uno.

El único modo de evitar el fenómeno de la identificación plenamente, que tanto daño hace, sobre todo cuando esta identificación la hacemos con las emociones negativas, es practicar el “Recuerdo de Sí”. Si pudiésemos colocar el sentido del "Yo" plenamente en el recuerdo de sí no nos identificaríamos. Es necesario realizarlo de forma un esfuerzo consciente. Mientras permanecemos en un estado de vigilia normal (que llamamos estar despiertos) no podemos recordarnos a nosotros mismos porque este estado llamado en el Trabajo “segundo estado de conciencia” no difiere demasiado del sueño, precisamente porque estamos continuamente identificados con nuestros pensamientos que divagan por sí mismos y con nuestros sentimientos semiconscientes. El recuerdo de sí es un acto consciente, una colocación cons­ciente del “Yo”, que requiere atención. Por eso es preciso estudiar la atención.

Si nos identificamos con un estado interior cualquiera como la depresión, el resentimiento, el sentirse ofendido, etc., nos convertimos en ese estado concreto. El estado y nuestro “Yo” se hacen una sola cosa. Nuestra sen­sación de “Yo” se coloca en el estado de ánimo. Pero si, mediante un esfuerzo consciente, se observa este estado de ánimo con atención nos ponemos en la parte más consciente de los centros intelectual y emocional y podemos escapar de él, podemos ser más o menos objetivos en la medida en que nos desidentificamos.

Este ejercicio de observación de nuestros estados para avanzar hacia el Recuerdo de Sí, que tiene muchos grados en el hombre, no ha de ser nunca mecánico. Si lo ejecutamos sin atención, por rutina, no da absolutamente ningún beneficio.

Es por esto que en el Trabajo la no-identificación forma parte de las herramientas poderosas, que debemos usar a diario, de progreso interior en la transformación de la conciencia.

Cuando alguien está continuamente identificado con cada estado interior momentáneo, le es absolutamente imposible cambiar. Es necesario que se separe de sí mismo mediante la no-identificación para poder auto controlar sus estados negativos y adquirir el dominio de su propia vida.

Afirma Maurice Nicoll: “Para que un hombre pueda salir de la posición en que está, es preciso primero que se divida a si mismo en dos. Es decir, es preciso que sea capaz de observar su estado. Si él es su estado, entonces nada puede tener lugar. Si se divide a si mismo en un lado observante y en un lado observado —es decir, se convierte en dos— en tal caso empieza a ser capaz de cambiar de posición, de cambiar internamente. ¿Comprenden ustedes la profundidad de esta idea? Es la manera de liberarse de la prisión de sí mismo.” (Maurice Nicoll, Comentarios Psicológicos sobre la Enseñanza de Gurdjieff y Ouspensky.)

No obstante, la atención tiene, como toda realidad, circunstancias que hacen que el fenómeno no sea netamente atención pura o, por otro lado, mecanicidad total. Supongamos que vemos un espectáculo deportivo partido de fútbol, por ejemplo, en el que nuestro equipo se lo juega todo. Por una parte, al prestar máxima atención no estamos identificados y funcionan las partes altas del Centro intelectual para observar y pensar todos los detalles. Por otro lado, desde el momento en que nuestro estado es de ansiedad y amor ciego por nuestro equipo, estamos identificados y nos resta objetividad y conciencia de nosotros mismos y de los demás (el equipo contrario, el sentido común de que es sólo un deporte, etc.).

Por tanto, a veces, o casi siempre, se mezclan los dos estados o existe una lucha entre ellos. Con el progreso de los estados de conciencia lúcidos, o de “Recuerdo de Sí”, irá aumentando nuestro nivel de consciencia.

Otro tema que tiene relación con la identificación y con el paso progresivo al “tercer estado de consciencia” es la doctrina de la vida dentro del Trabajo.

La vida no son las cosas, la gente, los objetos, sino los sucesos que ocurren y que colocan a las personas y a las cosas en determinadas configuraciones y relaciones con nosotros mismos.
El ordenador sobre la mesa no es un suceso o evento, como lo llama el Trabajo. Pero si necesito el ordenador para realizar un escrito este objeto electrónico entra a formar parte de un evento junto a nosotros mismos.

Al terminar, el ordenador vuelve a ser un objeto encima de la mesa del que nos olvidamos.
En este sentido afirma M. Nicoll en la obra citada: “Consideremos el evento mundial de la guerra. Este es un evento en la escala de la humanidad. Los países —Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, etc.—, no son eventos en sí mismos, pero cuando la guerra de súbito se produce como un remolino de viento y los lleva de un lado para el otro, poniéndolos violentamente en ciertas relaciones recíprocas, entonces constituyen un evento. […]. Ahora bien, si se empieza a estudiar la vida como una sucesión de eventos, lo que en realidad se estudia es la Ley de Tres Fuerzas, que dice que cada manifestación es el resultado de tres fuerzas. Una cosa no es un evento a menos que sea conductora de una de las tres fuerzas de una tríada: y cualquier cosa o persona puede conducir a una u otra de las tres fuerzas en tiempos diferentes y así estar en diferentes relaciones con un evento par­ticular. ¿Comprenden ustedes lo que esto significa? Tenemos un bastón y dos personas. No hay evento. Son meramente tres cosas. Luego las dos personas se pelean y una pega a la otra con el bastón. Ahora todo ello conduce las fuerzas de una tríada y tiene lugar una manifestación —es decir, un evento”.

Por lo tanto, cuando comenzamos a ver la vida como una sucesión de eventos de los que nadie puede escapar y observamos estos eventos y a nosotros mismos en relación con ellos, nos desidentificamos.

En este sentido no me fío de ninguna persona que no tiene sentido del humor. El sentido del humor es estar desidentificado. Es reírse un poco de sí mismos. Es no tomarse en serio uno mismo. Cuando, aparte de nuestras desgracias o cosas que nos vienen mal, encima las tomamos completamente en serio, nos indignamos, pensamos que no las merecemos, que somos muy desgraciados, que es la culpa de los demás, etc. vamos por el camino incorrecto.

Estas personas están completamente descalificadas para toda evolución personal interior mientras no adopten otro modo de encarar los eventos que nos trae la vida, que, por cierto, es tremendamente justa. Todo nos sucede por algo. En algún momento del tiempo, algo de nuestra conducta nos trae unas consecuencias luego. Es la ley de causa y efecto que se cumple con justicia milimétrica en el Universo. Todo efecto tiene su causa, tanto en lo físico, como en lo psicológico, como en lo espiritual.

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