De este modo, mediante los pensamientos conscientes, subconscientes o inconscientes, es como creamos la auto-imagen de nosotros mismos, bien egoísta, bien noble o bien mezcla de estas dos cualidades, según sean los pensamientos que contínuamente emergen de nosotros y nos acompañan como una nube luminosa o feamente negra a todas partes. Esta nuble invisible para la vista física es como un filtro que no nos deja ver a los demás como son y, en cambio, los vemos según la naturaleza de nuestros prejuicios, de nuestros pensamientos benévolos o malévolos sobre ellos. Tampoco nos deja sospechar que los demás nos pueden ver de una manera absolutamente distinta de como nos vemos nosotros.
Son los pensamientos entes vivos que creamos y cuyas consecuencias buenas o malas recaen sobre nosotros.
También los malos o buenos pensamientos de alguna manera llegan a las personas objeto de ellos y las afectan de un modo sutil o menos sutil en bien o en mal.
¿Por qué dijo Cristo que no sólo el que mata o hiere a su hermano ha pecado contra él, sino el que le odia también lo está ya asesinando en su corazón? Es decir, en toda religión que se precie se juzga tan malo el odio o malos pensamientos como cualquier acción del mismo tipo físicamente realizada o dicha.
Esto no lo comprenden la mayoría de personas religiosas: cristianos, musulmanes, religión hebrea, etc. Tampoco lo comprenden personas que, aunque no sean religiosas, tienen también la obligación de tratar a los demás como a sí mismos, que es un principio de ley natural.
Creen estas falsas personas, malpensantes respecto de su prójimo, que con poner buenos modales y no calumniar o maldecir directamente en su cara a la gente es suficiente. Pero llegan a su casa, se sientan en la intimidad y se permiten toda clase de pensamientos descalificatorios, vejatorios, indignos, contra otras personas en lo oculto de su mente. Se permiten toda clase de resentimientos, de conjeturas sobre las malas intenciones de los demás, etc., sin base real.
No; lo apropiado es pensar bien de los demás todo lo que podamos; incluso a pesar de tener elementos en contra de esa persona, tratar de disculpar al máximo. Esto es lo que haría una buena persona, aunque no sea religiosa.
Pero esta actitud de pensar mal es igualmente nefasta, mental o espiritualmente, que si se lo dijeran a esa persona calumniándola o insultándola directamente. Tarde o temprano dará malos frutos para la persona objeto de estos pensamientos y para el mal pensador.
Nada es inofensivo nada es oculto, todo actúa tanto en los planos sutiles como en los más materiales del universo.
Así que las personas que hacen esto son falsos cristianos o falsos musulmanes o falsos budistas o falsos judíos, etc. No hay más remedio que ser completos, de una pieza, por dentro y por fuera, en la intimidad y en público; todo lo demás es falsedad y es un enorme error metafísico que tarde o temprano se paga.
¿Por qué no procuramos todos ser constructivos en la vida en lugar de destructivos? ¿Por qué no trabajamos en silencio por el bien de tantas cosas que hay que construir?
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